Materiales naturales, termoaislantes y fonoabsorbentes

Tela, lana, trigo, corcho y papel son algunos de los componentes que tienen mucho potencial como alternativa a los aislantes tradicionales.

Cada vez es más amplia la conciencia respecto a la necesidad de aislar la envolvente de los edificios. Ahora, además, se abre la posibilidad de elegir materiales aislantes de bajo impacto ambiental derivado tanto de su proceso de fabricación como de su uso y posterior deposición. Algunas alternativas a los materiales aislantes tradicionales, generalmente asociados a la química del petróleo, ya han logrado un desarrollo importante en nuestro país. Es el caso de la celulosa proyectada, un aislante termoacústico versátil, ideal para proyectar dentro de tabiques de construcción en seco y entretechos. El potencial de los bioaislantes es enorme.

“Actualmente se están desarrollando materiales que apuntan a conseguir la menor dependencia de petróleo en todo su proceso”, explica el arquitecto Ariel Sueiro, profesor invitado del seminario Materiales Sanos para una Construcción Sustentable a cargo de la arquitecta Susana Mühlmann, investigadora del Centro de Investigación Hábitat y Energía (FADU). “Este cambio de paradigma arrancó en países con reglas estrictas en lo que respecta a sus códigos y normativas técnicas, y con costos de producción y niveles de emisión de CO2 claros. Ellos entendieron que producir elementos aislantes de origen natural, certificables, con los mismos o mejores valores de resistencia térmica y con materia prima casi inacabable, es más que una solución constructiva”, amplía Sueiro.

La consigna de las tres R (reducir, reutilizar, reciclar) ya tiene una versión superadora desarrollada en el libro “De la cuna a la cuna” Rediseñando la forma en que hacemos las cosas (año 2002) escrito por el químico Michael Braungart y el arquitecto William Mcdonough. “Propone una nueva forma de interpretar el reuso y entra con fuerza la reciclabilidad”, acota Mühlmann.

El foco está puesto en todo el ciclo de vida del material, desde su procedencia y extracción, el aporte energético y el consumo de agua para su industrialización. También en su potencialidad como “nutriente tecnológico”, es decir, que ese elemento siga en la cadena productiva transformándose. Entonces, crece la oferta de aislantes a partir del reciclado y reuso de materias primas, en su mayoría naturales, que ya han terminado su vida útil primaria. Además, son productos libres de alergénicos y biodegradables.

Dentro de este grupo, uno de los más novedosos es el rollo o panel de lana de oveja. Es la versión natural y ecológica de los aislamientos lanosos. A diferencia de la lana de roca o la lana de vidrio, la de oveja no necesita de un horneado de altas temperaturas. “Es muy resistente y un potente regulador de humedad, hecho que contribuye enormemente en el confort interior de los edificios”, explican los especialistas. Y destacan su potencialidad en el Norte y Sur de Argentina.

Los paneles de fibras de madera se fabrican a partir de virutas aglomeradas con cemento blanco o con magnesita. Son adecuadas para quedar a la vista y en nuestro medio están disponibles en placas delgadas para acondicionamiento acústico. En un espesor mayor, actúan como aislante térmico. También hay mantas de fibra de cáñamo, una fibra textil de origen vegetal que requiere menos productos químicos durante su procesado. Otras opciones de biomateriales son los paneles para el sistema de aislamiento térmico exterior, fabricados a partir de corcho triturado y hervido a altas temperaturas; las mantas de tela de algodón (jean); y los paneles con alma de paja prensada recubierta con cartón. «

Susana Muhlmann


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