En la Ciudad hablan de “parques” pero nos quitan el verde

En la Ciudad hablan de “parques” pero nos quitan el verde

El GCBA vende tierras que deberían ser de uso 100 % público y permite que se utilicen para desarrollos inmobiliarios.

Punta Carrasco. Una de las zonas ribereñas de la Ciudad afectadas a nuevos usos. Foto Guillermo Rodríguez Adami

María José Leveratto

La Ciudad de Buenos Aires se ubica sobre terrenos de poca pendiente surcados por arroyos que, hoy entubados, desembocan en el Río de la Plata o el Riachuelo.

Sus características geográficas, topográficas e hídricas la hacen particularmente vulnerable ante el impacto de fenómenos hidrometeorológicos severos, acentuados por la alta impermeabilización de su suelo y el relleno y edificación sobre su costa.

Los espacios verdes son escasos y se encuentran mal distribuidos en relación a su densidad poblacional. Debido al crecimiento del área metropolitana, la posibilidad de contacto con áreas naturales es cada vez más compleja y lejana.

Si bien cuenta con más de 16 km de costa, casi no brinda acceso público al borde ribereño. Finalmente y por efecto del cambio climático, se esperan para esta región lluvias más intensas, aumentos en las temperaturas promedio y un incremento en olas de calor.

Con estos desafíos urbano-ambientales, la Ciudad ha sido gobernada durante los últimos años en un contexto particular de acceso a recursos y poder, ya que por primera vez desde su autonomía, coincidió el color político de las tres jurisdicciones con injerencia en decisiones de planificación y gestión del territorio metropolitano.

Recursos entre los que se destaca la transferencia a la Ciudad de gran cantidad de tierras públicas, herramienta estratégica para orientar el desarrollo. Poder que se refleja en mayorías legislativas que sancionan el marco normativo necesario para cualquier propuesta de transformación.

Esta fortaleza facilitó la implementación de una variedad de proyectos de intervención urbana, involucrando cambios en usos de suelo, incremento en niveles de constructibilidad y la venta de terrenos del Estado.

Muchos de los proyectos se describen con términos como “ciudad verde”, “parque” o “paseo”, por lo que vale la pena analizar el impacto ambiental de estas propuestas y su aporte hacia un modelo de ciudad más saludable, resiliente y sustentable. En este caso, revisemos dos “parques” particularmente significativos.

Parque de la Innovación

La esquina de Av. Del Libertador y Udaondo, en el barrio de Núñez, registra una de las cotas más bajas de la Ciudad (aproximadamente 2,5‐3 m IGN). Es una zona afectada tanto por eventos pluviales como sudestadas, donde corre entubado el arroyo White.

Allí, se vendieron a privados 15.000 m2 de tierra pública y se definió normativa que permite la construcción de edificios con un Factor de Ocupación Total (FOT) de 8.

Para el resto del predio, que cubre en total 15 hectáreas, se autoriza la ocupación e impermeabilización de un 80 % total del terreno y la posibilidad de incluir subsuelos sin límite de profundidad.

El proyecto no cuenta con indicadores de inundabilidad o relevamientos hidrológicos y geomorfológicos específicos, ni con estudios que validen la capacidad de soporte de la infraestructura pluvial existente o programada para absorber la escorrentía adicional que el nuevo desarrollo impone sobre la ciudad en su conjunto.

Parque de la Innovación. Imagen del proyecto.

Para completar, las instalaciones de la Asociación Tiro Federal que funcionan en el lugar, se trasladan a un nuevo predio sobre la costa. Este terreno se obtuvo a partir de rellenos y la rectificación de la desembocadura del arroyo Medrano, alejando aún más su recorrido, reduciendo las pendientes de escurrimiento y complejizando su desagüe.

El nombre elegido para este proyecto es “Parque de la Innovación”. Pero poco tiene de “parque” y menos aún de “innovador” el resultado urbano-ambiental de esta intervención.

Parque Salguero

Otra propuesta más reciente impulsada por el Gobierno de la Ciudad vuelve a llamarse “parque”, en este caso, “Parque Salguero”. Se trata de tierras ribereñas ocupadas por los complejos Costa Salguero y Punta Carrasco.

Predios que una vez finalizadas las concesiones otorgadas en los noventa debían convertirse en un gran espacio público. Así lo define la Constitución de la Ciudad cuando dice “Los espacios que forman parte del contorno ribereño de la Ciudad son públicos y de libre acceso y circulación” (art. 8).

Y luego lo reafirma el Plan Urbano Ambiental, que establece “Destinar a uso público los predios de dominio estatal que se desafecten en las riberas” (art 9, inc 4).

Concurso Nacional de Ideas Buenos Aires y el Río Parque Salguero. Imagen de una de las propuestas ganadoras.

A pesar de ello, durante los últimos años el Ejecutivo porteño fue proponiendo proyectos y la Legislatura sancionando leyes que cambiaron el destino de estas 32 hectáreas. Lo que originariamente debía destinarse en un 100 % para el disfrute y uso público, pasó a ser solo un 65 %, ya que el resto será fraccionado y vendido.

Además, la infraestructura vial necesaria para acompañar la nueva urbanización se descontará del porcentaje de terreno público. Luego de todas estas operaciones, los ciudadanos y ciudadanas de Buenos Aires deberán restar a su patrimonio más de 11 hectáreas de valiosísimas y únicas tierras ribereñas.

Sustentar las políticas públicas en base a enajenar y luego densificar suelo urbano sin planificación ni priorización de criterios ambientales integrales tiene consecuencias graves para el desarrollo futuro de la Ciudad.

En términos de resiliencia al cambio climático, se aumenta la cantidad de población y actividades en riesgo. Y se pierde la posibilidad de incorporar nuevas estrategias para la adaptación y mitigación de inundaciones, olas de calor o altas temperaturas con propuestas menos antropizadas como grandes parques urbanos o corredores verdes.

Altas temperaturas y pocos espacios verdes. Un cóctel que afecta cada vez más a Buenos Aires. Foto Guillermo Rodríguez Adami

Estas u otras intervenciones, reconociendo los servicios ecosistémicos que brinda la naturaleza, son las apropiadas para favorecer el refrescamiento, la ventilación, la absorción de lluvias y la retención de agua.

Las ciudades son estructuras rígidas y costosas de modificar: hoy se está proponiendo la Buenos Aires de las próximas generaciones, que tendrán que habitarla en un contexto complejo e incierto respecto de las condiciones de clima y la disponibilidad de recursos.

Por ello, y desde una perspectiva ambiental, hay en los últimos años pocos motivos para celebrar y unas cuantas oportunidades desaprovechadas para avanzar hacia una Buenos Aires verdaderamente más verde. «

María José Leveratto es Arquitecta FADU-UBA y Master of Science Arizona State University

En la Ciudad hablan de “parques” pero nos quitan el verde

El GCBA vende tierras que deberían ser de uso 100 % público y permite que se utilicen para desarrollos inmobiliarios.

punta carrasco

Punta Carrasco. Una de las zonas ribereñas de la Ciudad afectadas a nuevos usos. Foto Guillermo Rodríguez Adami

La Ciudad de Buenos Aires se ubica sobre terrenos de poca pendiente surcados por arroyos que, hoy entubados, desembocan en el Río de la Plata o el Riachuelo.

Sus características geográficas, topográficas e hídricas la hacen particularmente vulnerable ante el impacto de fenómenos hidrometeorológicos severos, acentuados por la alta impermeabilización de su suelo y el relleno y edificación sobre su costa.

Los espacios verdes son escasos y se encuentran mal distribuidos en relación a su densidad poblacional. Debido al crecimiento del área metropolitana, la posibilidad de contacto con áreas naturales es cada vez más compleja y lejana.

Si bien cuenta con más de 16 km de costa, casi no brinda acceso público al borde ribereño. Finalmente y por efecto del cambio climático, se esperan para esta región lluvias más intensas, aumentos en las temperaturas promedio y un incremento en olas de calor.

Con estos desafíos urbano-ambientales, la Ciudad ha sido gobernada durante los últimos años en un contexto particular de acceso a recursos y poder, ya que por primera vez desde su autonomía, coincidió el color político de las tres jurisdicciones con injerencia en decisiones de planificación y gestión del territorio metropolitano.

Recursos entre los que se destaca la transferencia a la Ciudad de gran cantidad de tierras públicas, herramienta estratégica para orientar el desarrollo. Poder que se refleja en mayorías legislativas que sancionan el marco normativo necesario para cualquier propuesta de transformación.

inundaciones

Inundaciones en Villa Independencia, en Lomas de Zamora. Muchas zonas del Sur del Conurbano se ven afectadas cuando hay fenómenos climáticos de magnitud.

Esta fortaleza facilitó la implementación de una variedad de proyectos de intervención urbana, involucrando cambios en usos de suelo, incremento en niveles de constructibilidad y la venta de terrenos del Estado.

Muchos de los proyectos se describen con términos como “ciudad verde”, “parque” o “paseo”, por lo que vale la pena analizar el impacto ambiental de estas propuestas y su aporte hacia un modelo de ciudad más saludable, resiliente y sustentable. En este caso, revisemos dos “parques” particularmente significativos.

Parque de la Innovación 

La esquina de Av. Del Libertador y Udaondo, en el barrio de Núñez, registra una de las cotas más bajas de la Ciudad (aproximadamente 2,5‐3 m IGN). Es una zona afectada tanto por eventos pluviales como sudestadas, donde corre entubado el arroyo White.

Allí, se vendieron a privados 15.000 m2 de tierra pública y se definió normativa que permite la construcción de edificios con un Factor de Ocupación Total (FOT) de 8.

Para el resto del predio, que cubre en total 15 hectáreas, se autoriza la ocupación e impermeabilización de un 80 % total del terreno y la posibilidad de incluir subsuelos sin límite de profundidad.

El proyecto no cuenta con indicadores de inundabilidad o relevamientos hidrológicos y geomorfológicos específicos, ni con estudios que validen la capacidad de soporte de la infraestructura pluvial existente o programada para absorber la escorrentía adicional que el nuevo desarrollo impone sobre la ciudad en su conjunto.parque de la innovacion

Parque de la Innovación. Imagen del proyecto.

Para completar, las instalaciones de la Asociación Tiro Federal que funcionan en el lugar, se trasladan a un nuevo predio sobre la costa. Este terreno se obtuvo a partir de rellenos y la rectificación de la desembocadura del arroyo Medrano, alejando aún más su recorrido, reduciendo las pendientes de escurrimiento y complejizando su desagüe.

El nombre elegido para este proyecto es “Parque de la Innovación”. Pero poco tiene de “parque” y menos aún de “innovador” el resultado urbano-ambiental de esta intervención.

Parque Salguero

Otra propuesta más reciente impulsada por el Gobierno de la Ciudad vuelve a llamarse “parque”, en este caso, “Parque Salguero”. Se trata de tierras ribereñas ocupadas por los complejos Costa Salguero y Punta Carrasco.

Predios que una vez finalizadas las concesiones otorgadas en los noventa debían convertirse en un gran espacio público. Así lo define la Constitución de la Ciudad cuando dice “Los espacios que forman parte del contorno ribereño de la Ciudad son públicos y de libre acceso y circulación” (art. 8).

Y luego lo reafirma el Plan Urbano Ambiental, que establece “Destinar a uso público los predios de dominio estatal que se desafecten en las riberas” (art 9, inc 4).

parque salguero

Concurso Nacional de Ideas Buenos Aires y el Río Parque Salguero. Imagen de una de las propuestas ganadoras.

A pesar de ello, durante los últimos años el Ejecutivo porteño fue proponiendo proyectos y la Legislatura sancionando leyes que cambiaron el destino de estas 32 hectáreas. Lo que originariamente debía destinarse en un 100 % para el disfrute y uso público, pasó a ser solo un 65 %, ya que el resto será fraccionado y vendido.

Además, la infraestructura vial necesaria para acompañar la nueva urbanización se descontará del porcentaje de terreno público. Luego de todas estas operaciones, los ciudadanos y ciudadanas de Buenos Aires deberán restar a su patrimonio más de 11 hectáreas de valiosísimas y únicas tierras ribereñas.

Sustentar las políticas públicas en base a enajenar y luego densificar suelo urbano sin planificación ni priorización de criterios ambientales integrales tiene consecuencias graves para el desarrollo futuro de la Ciudad.

En términos de resiliencia al cambio climático, se aumenta la cantidad de población y actividades en riesgo. Y se pierde la posibilidad de incorporar nuevas estrategias para la adaptación y mitigación de inundaciones, olas de calor o altas temperaturas con propuestas menos antropizadas como grandes parques urbanos o corredores verdes.

tribunales

Altas temperaturas y pocos espacios verdes. Un cóctel que afecta cada vez más a Buenos Aires. Foto Guillermo Rodríguez Adami

Estas u otras intervenciones, reconociendo los servicios ecosistémicos que brinda la naturaleza, son las apropiadas para favorecer el refrescamiento, la ventilación, la absorción de lluvias y la retención de agua.

Las ciudades son estructuras rígidas y costosas de modificar: hoy se está proponiendo la Buenos Aires de las próximas generaciones, que tendrán que habitarla en un contexto complejo e incierto respecto de las condiciones de clima y la disponibilidad de recursos.

Por ello, y desde una perspectiva ambiental, hay en los últimos años pocos motivos para celebrar y unas cuantas oportunidades desaprovechadas para avanzar hacia una Buenos Aires verdaderamente más verde. «

María José Leveratto es Arquitecta FADU-UBA y Master of Science Arizona State University

Materiales naturales, termoaislantes y fonoabsorbentes

Tela, lana, trigo, corcho y papel son algunos de los componentes que tienen mucho potencial como alternativa a los aislantes tradicionales.

Cada vez es más amplia la conciencia respecto a la necesidad de aislar la envolvente de los edificios. Ahora, además, se abre la posibilidad de elegir materiales aislantes de bajo impacto ambiental derivado tanto de su proceso de fabricación como de su uso y posterior deposición. Algunas alternativas a los materiales aislantes tradicionales, generalmente asociados a la química del petróleo, ya han logrado un desarrollo importante en nuestro país. Es el caso de la celulosa proyectada, un aislante termoacústico versátil, ideal para proyectar dentro de tabiques de construcción en seco y entretechos. El potencial de los bioaislantes es enorme.

“Actualmente se están desarrollando materiales que apuntan a conseguir la menor dependencia de petróleo en todo su proceso”, explica el arquitecto Ariel Sueiro, profesor invitado del seminario Materiales Sanos para una Construcción Sustentable a cargo de la arquitecta Susana Mühlmann, investigadora del Centro de Investigación Hábitat y Energía (FADU). “Este cambio de paradigma arrancó en países con reglas estrictas en lo que respecta a sus códigos y normativas técnicas, y con costos de producción y niveles de emisión de CO2 claros. Ellos entendieron que producir elementos aislantes de origen natural, certificables, con los mismos o mejores valores de resistencia térmica y con materia prima casi inacabable, es más que una solución constructiva”, amplía Sueiro.

La consigna de las tres R (reducir, reutilizar, reciclar) ya tiene una versión superadora desarrollada en el libro “De la cuna a la cuna” Rediseñando la forma en que hacemos las cosas (año 2002) escrito por el químico Michael Braungart y el arquitecto William Mcdonough. “Propone una nueva forma de interpretar el reuso y entra con fuerza la reciclabilidad”, acota Mühlmann.

El foco está puesto en todo el ciclo de vida del material, desde su procedencia y extracción, el aporte energético y el consumo de agua para su industrialización. También en su potencialidad como “nutriente tecnológico”, es decir, que ese elemento siga en la cadena productiva transformándose. Entonces, crece la oferta de aislantes a partir del reciclado y reuso de materias primas, en su mayoría naturales, que ya han terminado su vida útil primaria. Además, son productos libres de alergénicos y biodegradables.

Dentro de este grupo, uno de los más novedosos es el rollo o panel de lana de oveja. Es la versión natural y ecológica de los aislamientos lanosos. A diferencia de la lana de roca o la lana de vidrio, la de oveja no necesita de un horneado de altas temperaturas. “Es muy resistente y un potente regulador de humedad, hecho que contribuye enormemente en el confort interior de los edificios”, explican los especialistas. Y destacan su potencialidad en el Norte y Sur de Argentina.

Los paneles de fibras de madera se fabrican a partir de virutas aglomeradas con cemento blanco o con magnesita. Son adecuadas para quedar a la vista y en nuestro medio están disponibles en placas delgadas para acondicionamiento acústico. En un espesor mayor, actúan como aislante térmico. También hay mantas de fibra de cáñamo, una fibra textil de origen vegetal que requiere menos productos químicos durante su procesado. Otras opciones de biomateriales son los paneles para el sistema de aislamiento térmico exterior, fabricados a partir de corcho triturado y hervido a altas temperaturas; las mantas de tela de algodón (jean); y los paneles con alma de paja prensada recubierta con cartón. «

Susana Muhlmann

Encuesta profesional sobre la Ley N° 13.059 y su Decreto Reglamentario 1.030 en la Provincia de Buenos Aires

En abril del año 2003, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires sanciona la Ley N°13.059 que regula las condiciones de acondicionamiento térmico exigibles en la construcción de edificios de uso humano. Con ello se busca contribuir a la mejora de la calidad de vida de la población y a la disminución del impacto ambiental favoreciendo la eficiencia energética de las construcciones.
En Julio del año 2010, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, emite el Decreto N° 1.030 que establece el marco regulatorio de la Ley N°13059, con el objetivo de reducir y eficientizar el consumo de energía destinada a calefacción y refrigeración de los edificios de uso humano.

Desde AS6030 queremos conocer el grado de conocimiento y aplicación de la normativa entre la matrícula profesional y para eso armamos una encuesta. Es breve y anónima. A continuación incluimos el link a la encuesta. Agradecemos de antemano a quienes participan e invitamos a difundir entre pares.

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdutWuDw3AP3aAGE97EKV6rwei5X-V8PFTHiDuc2fx9txmxXQ/viewform

Gracias

 

10 preguntas a los candidatos a Jefe de Gobierno de Buenos Aires

El 27 de octubre de 2019 en la Ciudad de Buenos Aires se elige nuevamente Jefe de Gobierno. En esta campaña, las ideas y proyectos de cada espacio político respecto de objetivos relacionados con la sustentabilidad ambiental urbana no se presentan, hasta el momento, como tema prioritario en la agenda. Por este motivo AS6030 ha elaborado 10 preguntas para ser respondidas por los cuatro candidatos que compiten en esta elección. @horaciorodriguezlarreta @matias.lammens @matiastombolini @grabrielsolano